Podría remedar a Franz Kafka sus versos del 27 de abril:

2 de mayo. Ya incapaz de vivir, de hablar, de salir de casa.

Completa inmersión en mí mismo, pensando sólo en mí mismo.

Apático, pesaroso, temeroso.

No tengo nada que decirle a nadie, ya nunca.

Para qué salir de casa …

si puedo volar con mi imaginación,

a otros lugares, a otros tiempos, a otros mundos,

más bellos, mas dulces, mejores.