La rasa mareal de Deva es un espacio muy rico desde el punto de vista de la biodiversidad con un valor equiparable al de otros espacios costeros en España y de las más ricas del Cantábrico. La flora, tanto marina que esta representada por multitud de especies de algas, como terrestre que se desarrollan en las paredes verticales que conforman los acantilados. Son una unidad de roquedos con muy poca tierra y escasa agua. En estas paredes abundan las oquedades, grietas y resaltes en los que se han establecido especies rupícolas (que se crían en las rocas) y donde anidan muchas aves. En la baja mar, en las cubetas, charcas y pozos que se forman se da una gran diversidad de especies marinas, desde crustáceos a pequeños pececillos.

Pero es desde el punto de vista de la geología donde esta zona de la costa toma su verdadera importancia. Durante cientos de millones de años, en el mar que ocupaba el actual territorio del País Vasco se fueron depositando, en su lecho, sedimentos y microorganismos que formaron capas horizontales. La colisión entre las placas tectónicas Ibérica y Europea ocurrida hace unos 50 millones de años hizo emerger estos sedimentos, que conforman el flysch, de forma vertical dejándolos visibles. En estas capas se guardan datos referentes a historia de la tierra que dan valiosa información sobre crisis biológicas y cambios ambientales y del clima observándose las transiciones entre las diferentes épocas geológicas.

Estos estratos contemplan un periodo de evolución de la tierra que abarca entre hace 100 y 50 millones de años. Emergieron inclinándose de oeste a este de modo que los estratos más antiguos se sitúan al oeste mientras que las más recientes al este. En muchas capas hay riqueza de fósiles y microfósiles.

Es relevante los anómalos niveles de concentración de osmio e iridio que se hallan en el llamado límite K/T que establece la separación entre el Mesozoico y el Cenozoico que se estima proceden del impacto de un meteorito producido hace 65 millones de años al que en algunas hipótesis, se le achaca la extinción dinosaurios y otras especies tales como los ammonites. Estas hipótesis son respaldadas por la ausencia de fósiles en la siguiente capa.

Llama la atención la regularidad de alternancia y grosor de las diferentes capas. Las capas duras corresponden a periodos fríos y las bandas a periodos cálidos y el grosor, relacionado con la duración de cada periodo, corresponde a unos 10.000 años.